Un oficio morboso
En el siglo XIX surgió un extraño y morboso comercio en las calles de Egipto, donde los vendedores ambulantes vendían abiertamente antiguas momias egipcias como si fueran productos cotidianos. Estos vendedores alineaban momias en las esquinas y los peatones, a menudo turistas ingleses, las compraban como peculiares recuerdos o rarezas para exhibirlas en sus países.
La macabra práctica de vender momias refleja la fascinación generalizada por la egiptología y los misterios del antiguo Egipto durante aquella época. Aunque estas momias tenían importancia histórica y cultural, se trataban como curiosidades y no como reliquias de una rica civilización. Hoy en día, estas prácticas se considerarían ética y legalmente inaceptables, pero en el siglo XIX eran un sombrío testimonio de la fascinación victoriana por lo exótico y lo macabro.